CUANDO LA REALIDAD SE CONFUNDE CON SU PROPIA IMAGEN (2013)
La noche del viernes fue como otra cualquiera. Me encontré una realidad nocturna verosímil en la que pasan las típicas cosas que esperamos que sucedan: un bonito cuerpo recién resucitado, dulces rostros sedientos de sexo, cabezas puestas de mil colores, movimientos que parecen dobles o situaciones que dejan de ser ficticias entre la música… Supongo que si hoy me paro a escribir sobre esto es porque ayer vi la exposición Last Night, comisariada por Francisco Ramallo para la galería 6mas1 de Madrid.
Last Night, traducido al español como pasada noche o última noche, abre con esta ambivalencia entre lo cotidiano y lo extraordinario. Una reflexión sobre lo siniestro a la que el espectador llegará por medio de las imágenes de artistas como Fernando Bayona, Jesús Madriñan, Bubi Canal, Mar Cuervo y Florencia Rojas. Todas estas fotografías, en las que se reconoce fácilmente la ambigüedad de la técnica, indagan sobre la construcción del unheimlich (siniestro, ominoso) freudiano.
Cualquiera de los personajes que interpretamos en el club de turno visto a plena luz del día en un jardín primaveral despertaría cierta inquietud. La misma que las imágenes con las que ha trabajado Ramallo;construcciones escapadas de la retratística tradicional por sutiles detalles que descontextualizan su representación. No sólo por la oscuridad que envuelve a los retratados estas fotografías resultan inquietantes. Factores delicados como la marca en Helena, la fisura de Duda de Santo Tomás o las figuras que cubren el rostro siniestro de Nathan ponen en evidencia la debilidad del espectador para decodificar lo que a simple vista puede resultar evidente.
La fotografía, como una de las técnicas para la construcción de imágenes, es la herramienta de la que nos servimos para articular realidades de repuesto (Peter Sager). Los cánones de valores creados a raíz de estas presuntas realidades funcionan como varas de medir los ámbitos en los que nos movemos, distopías fundadas en la circulación de imágenes que nos rodean. En este sentido, lo siniestro se traslada al por qué de discretos detalles que están donde no debieran. Creamos así una historia con tintes morbosos, que podríamos considerar una nueva interpretación del unheimlich.
Nosotros, posibles protagonistas de estas fotografías que difundimos en las redes sociales, nos convertimos así en meros intérpretes de historias construidas en base a lo que no dejamos ver al resto. Ocultamos nuestra cara más siniestra sin darnos cuenta de que los pequeños detalles delatan una cotidianidad que puede ser aún más tenebrosa.